¿Conoces el tokenismo?
Escribiendo aprendo y nunca dejo de sorprenderme con la cantidad de nuevas palabras y conceptos descubro en cada nuevo artículo. Eso me pasó hace poco con el “tokenismo”, algo nuevo que aprendí pero que en realidad existe hace siglos. Pero mejor tarde que nunca, ¿verdad? Al menos siento que cada vez que aprendemos algo nuevo, este algo se renueva, renace, gana más fuerza. En el caso de prácticas nocivas como el tokenismo, eso es aún más importante.
¿Ya habías escuchado hablar del “tokenismo”?
Si no, te lo explico brevemente (o podés leer el artículo que escribí sobre el tema para el portal brasileño Politize! donde lo comento con mucha más profundidad). Básicamente el tokenismo es una especie de “inclusión simbólica”, una concesión superficial a grupos minoritarios. La palabra que originó el concepto es “token”, que en inglés significa “símbolo”. El término surgió en los años 60, en Estados Unidos, durante el intenso período de lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, liderado por Martin Luther King.
El tokenismo es una herramienta para que empresas, organizaciones, marcas o hasta personas transmitan una imagen progresista pero sin serlo realmente. Es lo que pasa por ejemplo cuando una empresa incorpora un número mínimo de miembros de grupos minoritarios para generar una sensación de diversidad, sin hacer esfuerzos reales para escucharlos o generar discusiones productivas en el ambiente laboral. O cuando en una peli ves a personajes estereotipados, que en realidad no representan la diversidad de personas de un grupo minoritario. Están para la foto, básicamente.
Fingir cambios vs cambios reales
Muchos investigadores se han dedicado a estudiar esta práctica y a criticarla. En el artículo nombro a Michael Hogg, Graham Vaughan, Rosabeth Kanter, Blas Radi y otros. Estos estudiosos demuestran que el tokenismo se resume a acciones muy pequeñas que en vez de fomentar cambios más significativos funcionan como una cortina de humo. Las empresas u organizaciones estarían así exentas de hacer más, como si con solamente sumar a una mujer/un homosexual/un negro/ponga aquí la minoría que quiera fuese suficiente, evadiendo así discusiones y propuestas de cambio más profundas.
Algunas consecuencias de poner el tokenismo en práctica son la estereotipación y generalización de los grupos minoritarios, que termina por apagar la individualidad de la persona que cumple con el rol del token. Uno podría decir, “pero no es bueno que más personas de grupos minoritarios accedan a locales en los que normalmente no están?”, y sí, claro que sería algo positivo, pero cuando su voz realmente sea escuchada y no cumpla solamente un rol simbólico. Usar personas reales como falsa publicidad termina siendo contraproducente porque no hace más que encubrir a empresas o proyectos que no quieren ser reconocidos como machistas, racistas o ejerciendo otras formas de discriminación — pero que no quieren hacer mucho más para realmente dejar de serlo.
Una de las investigadoras que entrevisté para el artículo se llama Lara Vascouto y se dedica a visibilizar problemas de representatividad en los medios de comunicación y la cultura pop. Analizando principalmente el cine, Lara alerta que muchos personajes son tokens que aparecen dentro de grupos homogéneos conformados por el perfil estándar, es decir blanco, heterosexual y mayormente masculino. Para Lara, el problema que causa el tokenismo tanto en el cine como en cualquier otro ámbito es colaborar para perpetuar una idea de que los grupos minoritarios son secundarios e inferiores. Resumiendo, la base para todas las opresiones existentes en relación a género, raza, sexualidad, entre otros.
¿Cuántas pelis hemos visto con personajes de grupos minoritarios mal representados o inexistentes? ¿Cuántas piezas publicitarias nos quieren vender un ideal de diversidad que en la práctica no es así? Gracias a este artículo pude aprender un nuevo (viejo) concepto y entrenarme para identificarlo y cuestionarme más. Porque esta es la solución, siempre: reflexionar, preguntar y proponer perspectivas diversas.
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